Cuando, de repente, estás en tu casa ahogándote. Cuando tu esposa llama desesperada. Cuando llega la ambulancia. Cuando ves paramédicos a tu alrededor. Cuando hay luces blancas que te apuntan. Cuando ves tu vida pasar. Cuando despiertas y hay flores en tu velador. Y tiempo, aún así, no se detiene.
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