Es porque pienso mucho las cosas antes de decirlas en situaciones de alto riesgo, y después de estar completamente seguro de haber verbalizado todo de la mejor forma, para que no hayan dobles interpretaciones, resulta que mi mente colapsa y propone volver atrás... no ser tan valiente y guardarme más, que la a larga hace peor pero quizás es mejor en un momento específico. Es porque al final ya no sé lo que es bueno, no sé lo que es malo: no sé si hice bien o mal. Pero supongo que es lo correcto, por lo menos acorde a mis principios latentes. Supongo que está bien decir las cosas por su nombre, tratar de aclarar aquellas situaciones. No es muy bueno guardarse todo, pero tampoco es bueno explotar todo.. aunque espero que la maldad de explotar sea cuantitativamente menor a la de guardar.
Y por eso escribo, escribo para explotar todo y no guardarme nada... escribo para ser malo en este ámbito y no en otros. Antes me gustaba ser el malo, pero también me gustaba guardarme todo y lograr que la bomba de tiempo cause un big bang, para comenzar nuevamente. Ahora trato de ser sólo rudo, sin ser malo. Trato de ser comprensivo y paciente, hablar las cosas naturalmente y no explotar un día y arrepentirme por el resto de ellos. No pretendo que todo sea perfecto en mi vida, pero cuando la frustración rodea mi campo, me angustio. Me bloqueo un poco; el pensar ya no es indispensable. Pero los sentimientos se llevan la mejor parte, y me dejan la peor. La peor que poco a poco se va también, pero duele. Duele la indiferencia.
Pero al final todo estará bien; el proceso es el "engorroso"
(agregar a la lista de palabras que me desagradan mode ON).
El final tiene que ser bueno; si no, no hay final. Final en cuanto a situaciones. Cuando el sol aparezca. Procesos que empieza y acaban, simultáneos a otros que podrían durar para siempre, como un contrato. ¿Pretendo firmarlo? Todo parecer indicar, rotundamente, que no hay términos medios. Y el momento es ahora. El que no se arriesga... es un cobarde que puede ser feliz, pero el grado máximo se lo pierde. Se pierde de ser tan feliz, que quieres contarle a todos cuánto y cuándo y cómo y dónde. Me falta el qué...
