viernes, 21 de octubre de 2011

Ятебялюблю

No me gustan los paréntesis, no me gusta la simplicidad. No me gusta la lingüística. 

Dicen que es más fácil en ruso, en alemán, en inglés. Hay menos acepciones. Hay menos palabras. Todo se concentra en la expresión característica. A decir verdad, no encuentro que ello sea completamente malo. Para mi, eso sí, no es muy válido. No es mi estilo, por extrapolarlo al ámbito de la mundanidad cotidiana. Es más, me pregunto si llegará un punto donde te quedas sin ideas, sin originiladad y sin palabras (bis) para contarle al mundo lo mucho que has aumentado tu número de endorfinas, y lo mucho que tus habilidades y tu desempeño han mejorado. 

Me imagino que tendrá su lado bueno, me imagino que todo va en la mentalidad. Me imagino que por eso me gustan, en ese clásico sentido, las lenguas neolatinas. Por eso me gusta el español; en ese sentido tiene su algo. Esencial, especial. Es cierto, puede jugarnos en contra a veces, es difícil quizás. Pero la aventura, la emoción y las mariposas son irreemplazables. Irrepetibles, siempre distintas; mas ha de ser un desafío riesgoso, disfrazado de acción pura. Pero sigue siendo un complicado tópico.

De las dudas que alguna vez me asaltaron sólo quedan vestigios, remanentes. He encontrado la base de informática del sustento en mi confesionario personal: filosofía. Una de mis ramas favoritas de gastar el tiempo libre que me va quedando, cuando no hay planes rectificados y listos para realizar. O cuando voy en metro, caminando, en micro-auto. Cuando escucho música y no le pongo atención. Cuando llueve y la ciudad se limpia lentamente. 

¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo no busque respuestas donde hay sólo preguntas?

Claramente, las respuestas no están. Pero haciendo una analogía con la psicología, donde las herramientas son dadas, regaladas, otorgadas; en filosofía son más bien ofrecidas, insinuadas. Las herramientas que me ofrece la psicología están bien para situaciones un poco más tangibles. No quiero desmerecer: me encanta la psicología, claro que no seré psicólogo ni psiquiatra. Pero siempre puedo volver a mis raíces filosóficas, donde me encuentro con dichos instrumentos. Lo abstracto, lo etéreo, lo lógico. 

Y es en esta clase de introspecciones cuando te das cuenta de lo que realmente pasa en tu pequeña cabecilla. O siendo un poco más autorreferente: en mi pequeña cabeza llena de pensamientos, que poco a poco se van ordenando y van ya logrando la secuencia lógica que esperaba. Dilucidar, armar y volver a desarmar-rearmar. Es cíclico, y el principio es el final. Es cíclico: todo en el pensamiento lógico lo es. Pero aplicar esto al diario vivir, es mucho más que un simple círculo perfecto. Lo es todo.


Nunca es demasiado temprano o demasiado tarde para pensar en vivir. Para sentir y dejar sentir. O para darte cuenta de que tan real eres, tus ilusiones, tu estado afectivo-anímico. Nunca es temprano si la realidad es una sola. Si las oportunidades están y las tomas, no hay necesidad de llevar a cabo ese arduo trabajo cognitivo que pretende ser resolutorio. A conclusiones tan racionales, se prefiere la creatividad. Está de moda el fluir, el explotar de colores, el cazar mariposas. Sin embargo, últimamente me he dado cuenta que mi insectario está lleno de vidas que imploran abandonar la represión, la impaciencia.

La incondicionalidad apremia, es cierto. Pero ese maldito miedo intrínseco, cuyos vectores, leidópteros, han hecho que se clave en lo más profundo de mi corazón y por supuesto, de mis entrañas, es el culpable de lo que he llamado/titulado Overthought-induced flinch-like effect (OFE).

¿En qué consiste?

El conocido-por-nadie y sólo-por-mi-inventado OFE , en terminología inicial y como su nombre lo dice, es el fenómeno que sucede cuando estás tan seguro acerca de una situación en particular y sobrepiensas tanto, que logras autoconvencerte que no es tan real como parece, que no va a resultar como tu lo planeas y autoinduces miedo. Además, hay un desarrollo inminente e inmediato de sensaciones de desesperanza, abandono y depresión sin causa aparente, las cuales pueden ser o no expresadas en un medio y/o vehículo social (extro - introversión). 

Generalmente, se presenta como un cuadro de inicio sub-agudo o agudo (crisis). Las crisis se caracterizan por: intensidad variable, aparición de predominio nocturno, exacerbación en momentos de soledad, vulnerabilidad y ocio. Se asocia, además, a un aumento del estado hipervigil. 

Los signos cardinales de una crisis tipo son la irritabilidad, hipersomnia diurna y estados anímicos fluctuantes,  con predominio de emociones frías. Su duración es variable: de horas a semanas, con un promedio estandarizado de 8 - 10 días. Infrecuente es su forma crónica,  cuya curva gráfica expone una sintomatología diferencial compartida con trastornos de bipolaridad, personalidad limítrofe y pseudodepresión.

El trastorno de base, que explica el sustento del OFE de manera intregral, es el concepto de baja autoestima. Sus manifestaciones se clasifican en dos grandes grupos: intrínsecas y extrínsecas. Dentro de las últimas, encontramos: desempeño social deficiente a pobre durante periodos de crisis, aislamiento social o intolerancia a soledad, aumento del consumo de drogas, conductas de riesgo a tempranas edades, ideas psicóticas, entre otras. 

Las manifestaciones intrínsecas son las más importantes, pues son objeto del tratamiento directo empírico. Hay una amplía gama de éstas, acorde a las causas, consecuencias, intensidad del cuadro de base. Las más frecuentes: depresión, irritabilidad, fatiga muscular, sensación de desapego, tendencias suicidas, conductas de aislamiento social, incapacidad para mantener vínculos estables. En una mínima proporción encontramos también: manipulación del entorno, ideas deliriosas y progresión a esquizofrenia.

El diagnóstico se realiza de manera autónoma, siendo el primer paso el reconocer el problema y aceptar que se requiere ayuda para solucionar la patología de base, y lo los efectos de los episodios agudos en sí. La psicoterapia ha mostrado ser la alternativa de tratamiento más rentable y eficaz. Lo más importante para lograr una recuperación exitosa y disminuir el riesgo de recaídas a corto y largo plazo, es desarrollar un método para adquirir autocontrol y para tener una higiene mental aceptable; por lo tanto, se sugiere someterse a evaluación por un tercero (profesional o no) que cumpla con ser estable emocionalmente y no querer causar daño ni confusiones mentales, que podrían llegar a tener consecuencias fatales.


El gran y real punto de todo esto es que hay que ser valiente. Hay que hacer cargo de lo que uno dice. Mesurar, medir. Extender la vista más allá de lo banal y dimensionar las consecuencias posibles. Evaluar. Superarse, superar las expectativas siempre. Siempre ser mejor día a día. No caer en vicios que no llevan a ninguna parte. No me refiero a vicios físicos, sino a comportamientos infantiloides-obsesivos, que a la larga pueden dañar todo lo que una vez se construyó.

Mi corazón está listo, mi mente está preparada. Estoy seguro. Creo que pocas veces he estado tan seguro. He madurado, es cierto. He madurado tanto en ciertos aspectos que ya no consigo identificar el momento exacto en que logré superarme. ni tampoco el momento exacto en que mi corazón empezó a bombear con seguridad nuevamente, con más amor. Con más dedicación. 

Hoy sólo me quedan un par de cosas en el tintero. Entre ellas, destacar el hecho de que estos días han sido los más felices, a pesar de adversidades en el contexto universitario-educacional y pérdida progresiva de valiosas horas de sueños. He aprendido mucho. He aprendido a confiar poco a poco en mi, y en otras personas. He practicado el hecho de tener paciencia, aunque a veces quiera perderla del todo y volver a los cimientos de la impulsividad. Me he dado cuenta que tengo gente valiosa a mi alrededor, los mejores. Me he dado cuenta, también, que te tengo. Te tengo en plenitud y en proyección. 

Antes siempre criticaba la cursilería, pero hoy yo he pecado. Me doy cuenta de que todo tiene una razón de ser; antes no podía verla, estaba ciego. Ahora que veo con el corazón, y sin temor a represalias, sólo veo una pequeñagran razón de mi estado actual. Una razón que perfectamente es la causalidad en sí misma, que explica todo de manera inductiva/deductiva. Causa y efecto, y la consecuencia es sólo una: estoy enamorado y se siente genial. Estoy dispuesto a aceptarlo y a vivirlo día a día, agasajarme cada vez que pienso en en el futuro. Desarrollar nuevas conexiones entre mis sentimientos emociones pensamientos y racionalidades. Pero, al fin y al cabo, sólo yo sé la gran verdad. Y sé lo que es el progreso. Y sé lo que es el amor.

¿Y quiénes son los modelos a seguir? ¿Para qué el discurso?

Tengo mis propias teorías, mi propia filosofía de vida y sólo necesitaba seguridad. No necesito seguir a nadie para darme cuenta, ya nada más importa.  Puedo, perfectamente, basarme en mi experiencia, en mis ideales, en mi formación. Catalóguenme de lo que sea, pero prefiero ser un loco iluso a ser un represor catatónico.

La verdad no siempre es una, pero mi verdad (y ya para concluir!) es la siguiente: tengo todo lo necesario, he evaluado todo y estoy listo para gritar a los cuatro vientos y a los siete mares que...

te amo. 

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