sábado, 10 de octubre de 2015

Heraclión

(y así)
La ñoñería se reapoderó de mí, pero la dicotomía racional es nueva y desconocida.  
Quién querría ser ininteligible, como la lluvía de verano, cuando tienes la claridad de una estructura infinitamente perfecta en su organización y diseño? 
Cuando sientes la suavidad ajena en tus pupilas y las asperezas en tu papilas? 
Siento mucho en estos momentos, tanto tanto como para explotar en colores y sabores palatinos. 
Pero a la vez, la serenidad recorre cada micrómetro de mi cuerpo, impregnado aún con trazas de historias y anécdotas. 
Será que la madurez ha alcanzado mi cerebro, imbibiendo los espacios vacíos que esperaban ansiosos su llegada? 
Será que siempre es distinto cuando uno se replantea la curiosidad en situación actual? 
Será que todos los indicios, incluso una vez rotos, vuelven a tener sentido? 
La felicidad ha estado presente y muy. 
Estoy orgulloso, mi pecho se llena de aire y se infla de cielo. 
Cómo no arriesgarme a más no poder hasta el punto de no retorno de perderlo todo (y sin perderlo real y completamente)?
Si ya casi veo el camino correcto. 
Ya estoy mirando sus pasos largos y seguros. 
Escucho las olas y oigo nuestros murmullos en silencio. 
Nuestra esencia etérea, mi pasión intrínseca y tu inocencia de idolatría. 
No intentarlo sería infructuoso. 
Fallar, imperdonable. 
Y una inverosimilitud hecha y derecha.

No hay comentarios.: