martes, 26 de julio de 2011

no más cuentos

No tuve un plan tan maestro. Quise detenerle, más no pude hacer. Sólo supe que se había ido al mirar su reflejo distorsionado en el espejo. Me sentí vacío por un momento. Por otro momento, en realidad, una ola de orgullo me recorrió. Quise teóricamente quedarme acostado, pero opté por levantarme. Ducharme, refrescarme. Ser útil. Seguir siendo el jugador y el juego, el cazador y la presa. Llevar la ironía pegada a la piel. Ocupar espacio con mis detalles. Yo quiero volar como todos y vivir tan cerca del sol. Realizar un maravilloso trueque, estilo feudal-medieval.

Suavemente recordé que aun estamos a tiempo de salir a trovar a las micros. De jugar ajedrez sin dañarnos. Bajo la lluvia, bajo amenazas. Tomarnos un café sin sospechas ni engaños. O un té rojo, que tanto me gusta. Acompañarlo con frutas. ¿Damasco, ciruela o pera? Ya no sé cuales te gustan más. Por mi parte, exijo algo cítrico (y crítico). Podría ser un un limón, una mascarilla y respuestas.

No hay comentarios.: