domingo, 4 de octubre de 2020

desafío

Me da una pena terrible las expectativas que se generan respecto al actuar de otras personas, y (no) se cumplen. ¿Por qué esperamos que las personas actúen de cierta forma? ¿Qué esperamos que suceda si no tenemos el control sobre las vidas y decisiones ajenas? ¿Por qué esperamos ciertas actitudes, y cómo actuamos en concordancia? ¿En qué nos basamos para tomar estas determinaciones? ¿En conductas previas en escenarios similares? ¿En la influencia de alguna/s persona/s manipuladora/s en el entorno? ¿El consumo de sustancias? ¿En la conveniencia ajena (o propia)? Esta otredad constante a la que estamos expuestos en este plano, esta interdependencia frágil, una especie de equilibrio que es necesario adquirir y mantener. ¿Pensamos realmente en las consecuencias y repercusiones en les demás (o en nosotres mismes) antes de actuar? Y si es así, ¿importa realmente? ¿Es algo predestinado?

Quizás una se propone no dañar, pero da la impresión que es inevitable, con mayor frecuencia que la que una cree. Para algunes el daño puede significar una cosa distinta o generarse a raíz de una experiencia distinta a la propia (¿y qué es dañar finalmente?). En ese sentido es difícil proceder siempre con precaución de que nuestras acciones y decisiones repercutan de manera negativa en otra/s persona/s. Expresarnos de manera libre y sin miedo, vergüenza o culpa en esta sociedad se percibe de la misma forma; a veces es transgredir límites personales y autodañarse. Cuidar al otro es importante, pero no descuidarse unx mismx es igual de importante y ahí cuesta mayor trabajo mantener esa ecuación y ser auténtico, asertivo y empático. Va más allá de la intención de hacer bien o mal. 

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