jueves, 15 de marzo de 2012

prender el alma

Fastidioso, tenebroso se escucha el re disminuido de la canción de su corazón. Siempre se ha decretado que los acordes disminuidos logran mayor impacto que los menores en la piel de los guitarristas clásicos. La somatización se ha hecho experta hoy en lograr un desfiladero colosal después de estar en la cima. Es la sima, pero no el real acabose. No sabe si realmente tiene donde estar. No sabe realmente donde estar. Pertenece en partes, pero otras se opacan en los lugares equivocados donde ha vagado durante los últimos siglos. Se la pasa contando historias de lo que pudo ser y no fue. Mas no hay gotas de tristeza en sus fantabulosos relatos. Caprichoso, quejumbroso se pasea sin nuevos rumbos. No ha reencontrado su lugar aún. Todos cobijamos su fría piel de invierno alguna vez, su glacial interior. Poco ha cambiado desde ese entonces. Cobardías han evolucionado dentro de valentías trasquiladas. La inutilidad puede verse inmersa en la tierra, en el cielo. El mar no me aventuraría a nombrar. Quién quisiese llevarle a su hogar e interesarse por surcir sus heridas enormes? Me ofrecería incluso a probar lo agridulce de sus entrañas si tan sólo me prometiera no volver. Se hace tan necesario armonizar los vozarrones que el viento trae en sus hábiles manos. Romper el esquema de aquellos anagramas rasgados encima de sus desgastadas pestañas. Descubrir el secreto destierro destinado. Mentiroso, tragedioso, ingenioso. Veleidoso. 

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